miércoles, 9 de mayo de 2012

MARINA RASKOVA. HEROÍNA DE LOS CIELOS yNATALIA MEKLIN: “LA BRUJA DE LA NOCHE”


Cuanta historia de grandes mujeres y hombres que dieron su vida en defensa de la dignidad del pueblo Ruso, ya bastante mal tratada por cientos de años en distintas épocas de su larga vida. Natalia, es una de ellas, esa mujer que con 23 años ya desde las alturas defendía su territorio del invasor genocida fascista alemán. Ante Natalia y los restantes 27 millones de rusos , elevo una plegaria con mucho AMOR y respeto por sus almas. Quiera el universo que podamos de ellos aprender un poco mas sobre la Dignidad y la belleza humana....


 Marina Raskova fue una de las más valientes mujeres aviadoras de la Unión Soviética y una de sus primeras ciudadanas en ser investida con el título de Héroe de la Unión Soviética. Además, creó la legendaria unidad femenina de aviación apodada por los nazis como las “brujas nocturnas”.
Nacida en 1912 en el seno de una familia de destacados músicos, la joven Marina no pudo seguir esa carrera debido a la muerte prematura de su padre. Al graduarse del colegio, empezó a trabajar de operaria en una fábrica de productos químicos. Justo allí se interesó por la aviación y por la romántica idea de poder volar en los cielos. En su nueva profesión progresó rápidamente gracias a su tenacidad y valentía.  A los 19 años, Marina Raskova se matriculó en la Academia de Aviación de Zhukovski. En 1934, se graduó como la primera mujer aviadora soviética que oficialmente aprobó el examen de navegación, recibiendo su licencia de piloto al año siguiente. En 1938, ella y otras dos aviadoras establecieron una marca mundial para mujeres al cubrir 5908 Km sobrevolando las interminables estepas y bosques rusos en un avión bimotor ANT-37 bautizado “Rodina” (Patria, en español). El vuelo sin escalas fue realizado en 26 horas y 29 minutos, cubriendo la distancia entre Moscú y Komsomolsk del Amur, en el lejano oriente de la URSS.Por su hazaña, Marina fue galardonada con la Estrella de Oro de los Héroes Soviéticos.
Cuando Alemania en 1941 invadió a la Unión Soviética, Raskova ostentaba el grado de sub capitán de la Fuerza Aérea Soviética. Logró convencer a Stalin para formar una unidad de combate femenina, entusiasta iniciativa que fue apoyada por miles de mujeres soviéticas. Cuando el ansiado permiso fue recibido, inmediatamente comenzaron a llegar voluntarias de toda la Unión. La selección de las aspirantes la hizo la propia Raskova en las aulas de la Academia de Aviación.

En octubre de 1941, la joven aviadora fue enviada con sus alumnas a la base aérea en el pueblo de Engels, a orillas del Volga, al norte de Stalingrado. La primera orden fue tomar hilo y agujas y rehacer los uniformes que por talle, evidentemente, eran para hombres. Pantalones, camisas, medias y guerreras tuvieron que ser acondicionadas a las formas femeninas. Para las botas no había otra alternativa que rellenarlas con papel de periódicos para acomodarlas a la horma femenil.
El entrenamiento en Engels fue duro. Las pilotos volaban entre 12 a 14 horas diarias con el propósito de aprender en días lo que se debía aprender en dos años en tiempo de paz, o seis meses en tiempos de guerra.
En aquel período de sangrienta guerra los pilotos alemanes dominaban en el cielo. Muchos aviones soviéticos fueron destruidos en tierra durante las primeras horas de la guerra, además, los pilotos soviéticos no estaban debidamente preparados para combates defensivos.

El entrenamiento inicial era efectuado en aviones Polikarpov PO-2, biplanos de madera y lona. Las mujeres practicaban bombardeos a diferentes alturas y vuelos nocturnos en parejas y en solitario, aprendiendo a navegar con instrumentos rudimentarios como relojes, sin comunicaciones con tierra y con mucha intuición. Cada avión contaba con un piloto y un navegante, rotándose los equipos para que Raskova los evaluara.
Después de los seis meses de entrenamiento, Marina Raskova asignó los tres primeros regimientos a las diferentes aviadoras. Todos fueron adscritos dentro de la serie 500; fueron el 586 de Caza, el 587 de Bombardeo y el 588 de bombardeo nocturno.
Una vez terminado el ciclo de prácticas, las jóvenes aviadoras recibieron su pistola reglamentaria y fueron asignadas oficialmente a sus aviones. Vistiendo la ropa de vuelo, se dirigieron a sus aparatos y esta vez, sin asistencia de los instructores, despegaron. Raskova tuvo entonces temor al no saber si lo que les había enseñado les podría salvar la vida a sus pupilas.
Marina tomó el mando del Grupo 587. Eventualmente recibieron aviones Su-2, pero pronto pasaron a volar bimotores PE-2 cuando el 22 de noviembre de 1942 recibieron órdenes de moverse para Stalingrado. Las zonas de combate del grupo comprendían Orel, Kursk, Smolensk, Vitebsk, Borysov y los Lagos Mazurian.

El regimiento № 588 de bombardeo nocturno era el más famoso de todos los organizados por Raskova. No tenía iguales en el mundo en aquel tiempo. Los ataques de las aviadoras soviéticas despachaban alemanes de tal manera que ellos apodaron a los miembros de este regimiento como las “brujas nocturnas”. Por abatir un sólo avión ganaban automaticamente La Cruz de Hierro.
Marina no sobrevivió a la guerra pues falleció en un accidente. Durante el vuelo de una unidad de PE-2 bajo su mando, el día 4 de enero de 1943, hubo una tormenta de nieve que hizo estrellar su avión contra el banco occidental del río Volga. Al ser un vuelo con una misión militar, Raskova y el resto de la tripulación fueron declaradas muertas en acción









Natalia Fiódorovna Kravtsova (de soltera Meklin), nació el 8 de septiembre de 1922 y falleció el 5 de junio de 2005. Fue piloto delregimiento de bombardeo nocturno de la guardia 46.
Para diciembre de 1944, la teniente Natalia Meklin realizó 840 misiones de bombardeo de objetivos de gran importancia en la retaguardia del enemigo, aglomeraciones de sus fuerzas vivas y equipo bélico, causando grandes pérdidas al enemigo. Los alemanes apodaron a las mujeres piloto de este regimiento "las Brujas de la Noche".
En 1945 fue distinguida con el título del Héroe de la URSS. También fue condecorada con dos Órdenes de la Guerra Patriala Orden de la Estrella Roja, de la Bandera Roja y muchas medallas.Luego de la guerra, Natalia terminó un curso del Instituto Militar de Idiomas Extranjeros (1948–1953). Trabajó de intérprete en el departamento de información de la Dirección del Estado Mayor del Ejército Soviético. Luego pasó a la Editorial de Literatura Técnico-militar en Idiomas Extranjeros como traductora y redactora. Se retiró con el grado de mayor.
Fragmento de su libro Crónica del bombardero ligero nocturno Po-2, o 46.º Regimiento de guardia femenino“La misión es bombardear Baguerovo, estación ferroviaria al oeste de Kerch (link Ucrania, Crimea). Aquí llegan los convoyes alemanes llevando armas, misiles, soldados.
[…] Por un tiempo el avión voló encima de las nubes. “Es tiempo de bajar de altura”, dijo mi navegadora Nina Reutskaia. Salimos de las nubes a la altura de 500 metros. Abajo, como en la palma de la mano, se encontraba la estación y nuestro Po-2 también se podía divisar perfectamente desde la tierra. Me daba cuenta de que sería una misión “caliente”: la estación contaba con reflectores y cañones antiaéreos. Ahora están ocultos y callados, nos acechan… Esto me pone nerviosa. Ya es tiempo. Un segundo más… no, dos segundos… ¿Qué esperan?
En momentos así siento en mi estómago una sensación de frío, como si hubiese tragado una rana. La rana es el miedo. Un miedo ordinario y asqueroso que hay que vencer: de todas formas pasaré todas las pruebas.
Se encendieron cuatro reflectores. El primer cañón antiaéreo escupió un misil. Luego el segundo. Las ráfagas luminosas se acercaron al avión. Yo mantengo el rumbo, Nina está bombardeando el convoy. Los misiles estallan alrededor del avión con estrépito y chasquidos secos. Huele a pólvora y cenizas. Girando el avión ya sea hacia un lado, ya sea hacia abajo, intento adivinar dónde estallará el siguiente proyectil…
Nos retiramos al norte, hacia el mar. Los reflectores no nos dejaron hasta que no nos situamos a ras del agua. Los rayos de luz se posaron sobre la tierra y, finalmente, se apagaron. Nina dijo: “Natasha, mira las alas”. Yo vi dos agujeros grandes en el ala inferior, el superior también fue agujereado, el larguero estaba roto, los trozos de lona colgaban como una bandera. Pero el avión volaba y todos los miedos quedaron atrás. De repente mis piernas temblaron fuerte, golpeándose contra el suelo de la cabina. Con las manos las apreté con todas mis fuerzas pero fue inútil. Poco a poco pasó. Ahora estábamos volando en un cielo despejado, sin nubes. Las estrellas desprendían una luz pacífica. Delante de nosotras en la tierra ya se divisaban tres tenues lucecitas. Allí nos esperaban. Allí estaba nuestra casa”.








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